Estos días habéis sido muchos los que me habéis preguntado por mi tabla de cocina después de verla en la fotografía de la receta de la Empanada de salmón Noruego, por eso en esta sección deÚtiles de cocina, os voy a contar que cosas uso, cuáles son las que me gustan, y hoy os cuento la historia de esta tabla.
Va a ser interesante esta sección, porque si os gustan los útiles de cocina tanto como a mi, vamos a disfrutar. Soy un poco cotilla para esto,podéis mandarme fotos de las vuestras :)
Esta es mi tabla de cocina desde este verano. Corto fundamentalmente verduras. El pescado y la carne lo trabajo en otra superficie que tengo de plástico porque la madera es porosa y me da un poco de miedo eso de las “contaminaciones cruzadas“. Así que tablitas siempre limpias y el que quiera, puede sellar la de madera con algún tapaporos específico para que no absorba líquidos. Yo por el momento solo le echo aceite de vez en cuando para mimarla.
Este fue uno de miscaprichos neoyorquinos de este verano. Una mañana, al lado de Central Park me fui a Williams-Sonoma -en Columbus Circle- y paseando por la tienda vi la tabla, me encantó, pero me pareció una locura traérmela en el avión, así que no me la compré.
Me pareció diferente, primero porque era muy ancha -6,5cm- y a mi me gustan así. Era robusta, en unos colores no muy oscuros, con ese veteado y cuadrículas tan bonito, con huecos laterales para meter los dedos y cogerla con facilidad y estéticamente me parecen lo más. Las de “plástico” las tengo, pero no las dejo sobre la encimera, van al lavavajillas y de ahí al armario.
Pero una de las cosas que más me llamó la atención, fue el otro hueco que podéis ver en la foto. Es practiquísimo porque puedes poner una fuente o un plato grande, ir cortando tus verduras e ir echando el desecho o lo que cortes en el plato. Así siempre tienes la tabla libre. Nunca lo había visto en ninguna tabla y me pareció una gran idea. ¿A que es monísima? :)
Unos días después volvimos para comprar ya las cositas pequeñas que me habían gustado, pero estando en la tienda se me había olvidado la tabla por completo, fundamentalmente porque no la ví, ya no estaba y cuando me iba de nuevo fue él, el que me lo recordó. Mi marido -que es un solete- me dice “¿no te gustaba la tabla del otro día?”, a lo que respondí que si pero que no me cabía en la maleta, pesaba mucho e iba a ser un rollo llevarla. Y claro me dijo “compramos una maleta más grande” :)
Tuvieron que comprobar que en el almacén tenían más. Al principio nos sacaron otros modelos que no eran, pero por fin apareció la que me gustaba… y ahí estaba yo, saliendo de Columbus con mi tabla de madera, sonriente.
Tengo que confesar que para estas cosas soy un poco sibarita. No soy nada gastona, pero si me gusta mucho algo, me lo gasto -siempre que me lo pueda permitir-. En mi casa tengo sólo lo necesario, pero de calidad y bonitas, como mi tabla neoyorquina. Hay quien de los viajes se traen otras cosas, ya véis en que gasto yo mi sueldo de enfermera :)
Cómo se limpia la tabla de la cocina
Con agua y jabón, fregando bien. Luego enjuaga, pásale un paño limpio para secar o papel de cocina. También puedes frotarla antes de fregar con medio limón.