Que ganas tenía ya de poneros receta nueva y de contaros como me va en el trabajo. Me encanta… estoy muy contenta con la evolución. Aún no hace un mes del cambio -11 de Marzo- pero ya conozco a mis pacientes más mayores que me necesitan todas las semanas, son muy agradecidos y amables. A Antonio lo veo un par de veces a la semana y me encanta hablar con él mientras le atiendo, ya me trae caramelos para endulzarme la tarde, es un amor. Soy una privilegiada.
La atención primaria es muy bonita. En la urgencia no sigues a los pacientes pero aquí es muy diferente. Conoces a la familia, el entorno, vas a sus casas si es necesario y les cuidas. Se pueden hacer muchas cosas y en eso estamos. Poquito a poco voy aprendiendo a ver toda la información que aparece en cada pantallazo y a conocer todas las opciones para intentar ayudar a todos los que lo necesitan… es un proceso que necesita su tiempo pero estoy con muchas ganas y con una sonrisa todo el día.
La otra parte es la del blog que ya habréis visto que sufre un poco. Tengo menos tiempo es cierto y no puedo estar a tope como antes, pero todo no puede ser. Tendré que esforzarme mas. Este mes me lo he tomado con calma, para adaptarme e ir cogiendo ritmo. Necesito centrarme, leer protocolos y ponerme día para ser eficiente en el trabajo. Son unas semanas de cambios, aunque no ha pasado nada malo, no he parado. Ya sabéis, viajes inesperados con final feliz, cambios en mis horarios de vida, fines de semana que he empezado a disfrutar como no hacía antes… y además me he liado con mi antigua casa, donde vivía antes de venirme al centro. Me he puesto a pintar, empapelar y redecorar un poquito el salón porque lo tenía abandonada y me está quedando súper bien, podéis verla en mi instagram y en sus stories. Ahora si que los fines de semana voy a disfrutar subiendo a la sierra a caminar por las cañadas y ver vacas y burros -mis favoritos- y hacerles fotos y coger el smart que nos lleva a las montañas para disfrutar de las vistas y volver agotados para tirarnos en nuestro monísimo sofá ikeoso.
Si es que la vida son dos días. ¡¡¡Vamos a vivirlos!!! Muaccccc
- 1200 ml de agua
- 2 cucharadas de sal o al gusto
- 350 g de brócoli, pon solo los ramilletes verdes, sin el tronco
- 350 g de pasta
- 100 g de queso parmesano rallado o en trozos
- 120 g de harina de almendra o en trozos
- 1 diente de ajo
- 60 g de aceite de oliva virgen extra
- Pimienta negra molida al gusto
- La ralladura y el zumo de 1 limón
- Albahaca u otra hierbas para decorar
- Pon en el vaso el agua, una cucharadita de sal y el cestillo dentro del vaso con las flores de brócoli y cuece 15 minutos, 100ºC, velocidad 2. Retira el cesto y deja el agua. Agrega la pasta y cuece el tiempo que indique el paquete, 100ºC, giro a la izquierda y velocidad cuchara sin cubilete. *Puedes cocer la pasta dentro del vaso o hacerlo en una olla al mismo tiempo que el brócoli para ahorrar tiempo. Una vez cocida, guarda 100ml del agua de cocción -1 cubilete-. Escurre la pasta en el varoma y tira el resto del agua.
- En el vaso vacío, vierte el queso rallado, si lo tuvieses en trozos, trocea 8 segundos en velocidad 10 y retira 2 cucharadas para espolvorear al final por encima del plato. Añade al vaso con el queso, el brócoli, las almendras, el ajo, el aceite, la cucharada de sal, la pimienta, la ralladura y el zumo de limón que le da un toque especial y tritura 30 segundos en velocidad 6.
- Agrega los 100 ml de agua de cocer y mezcla 15 segundos en velocidad 4. Ya tienes listo el pesto de brócoli.
- Vierte este pesto sobre la pasta escurrida y mezcla. Pasa a una fuente y decora con hojas de albahaca enteras o troceadas.